Por JaBond
Buenos Aires es una metrópoli que tiene muchas historias,
mitos y particularidades que la hacen una ciudad que posee misterios que le dan
ese halo de curiosidad y belleza.
En esas historias y mitos, que se esconden en cada
recoveco de sus plazas sus esquinas sus calles y sus edificios, encontramos uno
muy particular, sus túneles. Túneles que se encuentran prácticamente a lo largo
de toda la capital algunos mas conocidos, otros que muy pocos conocen y otros, perdidos
en el tiempo, seguramente aún por conocer
Entre los más antiguos, aunque parecen ser un mito
urbano, son los túneles que tenía Rosas por entonces Gobernador de Buenos Aires
y encargado de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina. Quién
en su estancia, en lo que hoy es el parque Tres de Febrero, mas conocido como
el Rosedal, cuya arcada de entrada era lo que hoy es Plaza Italia en el barrio
de Palermo, poseía un túnel de escape que iba desde su hogar hasta el río ,
cuando aún estaba a unos cientos de metros la barranca haya por mediados del
siglo XIX.
Otros de los túneles, un poco mas conocidos son
los que se encuentran en el barrio de Villa Devoto, en el seminario Metropolitano
de la Inmaculada Concepción. De los cuales, no se conoce el motivo de su
construcción y su uso, aunque se presume que consistió en algún tipo de lugar
de meditación para los creyentes, pero ahí se encuentran dejando su marca en la
ciudad.
Quizás, si podemos mencionar, los más conocidos
que son los que se encuentran en el Barrio de Montserrat, mas específicamente
bajo el antiguo colegio de San Ignacio, aledaño a la Iglesia homónima y donde
hoy se encuentra el colegio Nacional de Buenos Aires mas específicamente en lo
que se ha denominado como ”La manzana de la luces“. Un complejo de túneles
que datan del siglo XVIII que conectan la zona del colegio con el rio donde
luego se asentó la aduana Taylor, hoy museo del bicentenario atrás de la casa
rosada.
Lo mas interesante de estos túneles y del Colegio
Nacional de la naciente Universidad Nacional de Buenos Aires, hoy UBA, es que no
son los únicos laberintos que posee. Ni las únicas historias que atraviesan a
la universidad.
Entre las historias más llamativas, una de las más
resonantes son las que aquejan a la, hoy, sede de la Facultad de Ingeniería
ubicada en la Avenida Las Heras y Azcuénaga. Un edificio de estilo neogótico,
que por su estructura parece una especie de convento medieval, y que originalmente
fue planeado para la Facultad de Derecho e incluso para el Palacio de Justicia
de la nación y que, a causa de la primera guerra mundial, su construcción fue
detenida para retornarse años más tarde con algunas características diferentes
a su proyecto original. Pero, la historia detrás de aquella construcción, es
que el ingeniero que lo edifico parece ser que tuvo un pequeño error de cálculo
por el que creyó que su majestuosa y costosa obra maestra se derrumbaría y ante
tal disgusto decidió quitarse la vida arrojándose desde los techos de su
creación.
Ahora
volviendo a los túneles y a las historias de la universidad se han hablado de
algunos túneles que están mucho mas escondidos que los recientemente
mencionados, los túneles bajo la Facultad de Medicina, hoy Plaza Houssay.
Para conocer estos túneles primero debemos
ubicarnos en el lugar que es hoy la Plaza Houssay frente a la actual Facultad
de Ciencias Económicas y Facultad de Medicina de la UBA. Debemos remarcar esto
porque antiguamente el edificio de Ciencias Económicas fue la Facultad de
Medicina, es más, al día de hoy posee vestigios de aquella época. Por ejemplo, si hacemos un breve recorrido por el edificio, nos encontramos, entre sus jardines -con amplios espacios y árboles- con una rotonda y frente a ella con lo que parece ser una torre. Una torre, muy llamativa, que no
es otra cosa que la chimenea del antiguo crematorio. Sin contar que hoy debajo
de sus pisos y a unos pocos metros del edificio central se encuentra la morgue
judicial. Aunque quizás lo más curioso son las creencias de los y las
estudiantes, quienes evitan entrar por la puerta central de la escalinata
principal, de la calle Córdoba, ya que se cree que tiene una maldición por la
cual quien ingresa por esa puerta no se recibe. Interesante curiosidad
remarcando que esa puerta era por la que ingresaban los fallecidos de manera
trágica.
A este edificio debemos agregarle algunas construcciones
que hoy ya no existen, ya que fueron demolidas durante la última dictadura
militar, sobre todo donde hoy está la Plaza Houssay, que tiene una forma
extraña por sus desniveles y por qué en el medio se alza una pequeña capilla, La
Parroquia Universitaria San Lucas. La presencia de esta llamativa capilla,
se debe a que en dichos terrenos se alzaba el antiguo hospital de clínicas, un
edificio inaugurado en 1881, a causa de las distintas epidemias que afectaron
Buenos Aires. De la cual, cabe mencionar que en dichos terrenos fueron depositados
los fallecidos durante la última gran epidemia de fiebre amarilla que azotó en
Buenos Aires, cuando finalizaba la guerra de la triple alianza o infamia, haya
por fines del Siglo XIX.
Continuando con la descripción de lo que existía en
los alrededores de la Plaza Houssay, en frente de la Plaza tenemos otro gran
edificio que es la actual Facultad de Medicina un edificio imponente de varios pisos
que comenzó a construirse en la década del 30 y en el cual se encuentran 3
Facultades: Medicina, Farmacia y Bioquímica y Odontología.
Lo interesante de estos edificios, que hoy es
difícil de percibir por los cambios de la estructura urbana, es que aunque no parezca
todos estos edificios forman parte de un complejo que estaban conectados entre
sí. El caso más fácil de ver es de las Facultades de Medicina, Odontología y
Farmacia y Bioquímica que si bien tienen diferentes puertas de ingreso en su
interior sus edificios están entrelazados y se puede ir de uno a otro por determinados
pasillos. Pero quizás lo más interesante es que, algunos dicen que la conexión
de los edificios también se produce de manera subterránea.
Las crónicas cuentan que una red de túneles fue
construida conectando los distintos edificios de la plaza, en sus orígenes entre
lo que fue el Hospital de clínicas y la Facultad de Medicina(hoy Facultad de Ciencias
Económicas) a pedido de una logia de estudiosos que a modo de selecto grupo de
profesionales se aislaban en estos túneles para desarrollar sus métodos médicos
algunos innovadores y otros polémicos para la época. Otras crónicas, dicen que
en un principio los edificios se encontraban en las afueras de la ciudad, por lo tanto no había
problema en trasladar los fallecidos entre el hospital y la Facultad ya que era
poco común cruzarse con algún transeúnte. Sin embargo, a medida que fue
creciendo y poblando Buenos Aires, el traslado de los difuntos de un edificio
a otro generaba un espeluznante espectáculo para los vecinos lo que devino en
la creación de dichos túneles para trasladar los difuntos sin perturbar a los
pobladores. Así también dichos conductos eran de utilidad para facilitar el
descanso final de los restos humanos luego de ser usados para el estudio, pasando
por la capilla central-en donde recibían la unción- y finalmente terminar en el crematorio.
Si bien este fue la narrativa más común que se
tiene registro, con el desarrollo de nuevas estructuras edilicias alrededor de
las facultades como lo fueron los edificios que hoy se encuentran sobre la
calle Uriburu y Marcelo T. de Alvear, estos túneles dejaron de ser usados y
hasta olvidados, pero fueron conservados. Esto se debe a que en la década del 20
y el 30, predomino una corriente de arquitectos que desarrollaban estructuras
modernas monumentales pero que solían impregnar, a modo de sello personal y de
destreza en su profesión, alguna estructura particular o la conservación de algún
elemento predominante. De esta manera,
con la construcción de los nuevos edificios los túneles fueron preservados y modificados.
Por tal motivo, se crearon nuevos pasadizos, se ampliaron otros y algunos
fueron clausurados. Cuentan que más de una vez la obra se detuvo ya que los trabajadores
solían escuchar voces o ver sombras de personas que se trasladaban en la construcción
lo que mas de una vez genero la queja y hasta el retiro de una cuadrilla completa
de la construcción, ante tal escalofriante suceso.
Sin embargo, otros relatan que en realidad los túneles
cumplieron otra función, ya que a fines de los años 20 muy pocos conocían estos
pasadizos y con el golpe de Estado de 1930 los túneles fueron utilizados mas de
una vez como refugio. De los cuales, uno de los mencionados en utilizarlos fue Ricardo Rojas quien fue decano de la
Facultad de Filosofía y Letras y luego rector de la Universidad quien mas de
una vez se escondió en aquel mundo subterráneo
para escapar de la dictadura hasta que finalmente fue detenido y llevado a su
cautiverio, de varios años, en el penal de Ushuaia en la llamada “década
infame”. Años mas tarde, en la que se
sucedieron varios golpes de Estado , en la década del 60, con la dictadura de
Onganía que intervino las Universidades en aquella trágica “Noche de los
Bastones largos” donde profesores de la Facultad fueron sacados a golpes de la universidad como si fueran delincuentes. Cuentan que los túneles siguieron
funcionando y mas de una vez sirvió de
escape para profesores o estudiantes de alguna redada a la Facultad, en este
caso a la Facultad de Filosofía y Letras que se situó en donde funciono e
Hospital de Clínicas, en aquellos años
donde solían confluir masivamente, a modo de multitudinaria comunión, los estudiantes
universitarios de las distintas Facultades en aquellas esquinas
Es en ese contexto, y con esas dificultades para
la dictadura o ante el temor de ese mundo subterráneo que se revela que dicen
que la dictadura de 1976 decidió demoler completamente el antiguo hospital y Facultad de Filosofía y Letras para también borrar cualquier rastro o conexión de
aquellos problemáticos conductos.
De aquel suceso, pasaron varias décadas y esos túneles
quedaron en el olvido. Sin embargo, haya por la década de 1990 algunas voces, con
menos exactitud, hablan de que aquellos pasadizos en realidad se habían extendido
más de lo conocido y llevaban a lugares más lejanos. Es así sobre la calle
Marcelo T. de Alvear donde funciono la maternidad Sarda, sus trabajadores intentaban
evitar bajar al subsuelo, ya que solían escuchar voces extrañas o ver sombras atravesarse
por los pasillos y escaleras, ante la fría mirada de un horno pequeñito con una
cruz que se encontraba en la parte más profunda del edificio.
Ahora bien, se han escuchado distintas historias
de los túneles que se encuentran debajo de la Faculta de medicina, algunos
dicen que es verdad otros que es un mito urbano, pero lo que si podemos
decirles es que haya por la década del 2000, ante un conflicto universitario,
se escuchó por última vez de la existencia de los túneles que están debajo de
la Facultad de Medicina.
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