viernes, 16 de agosto de 2024

La sed (una historia de la guerra y el innombrable)

 


Foto:Fuente Wikipedia

Por Jabond

 

Siempre, por las tardes que cae la primera luna nueva del mes, hago el mismo ritual y mis hijos suelen preguntarme ¿papá porque seguís haciendo y dejando esos alimentos echarse a perder? y siempre, o casi siempre, me detengo a contarles el por qué.

Eso fue haya por los años 30, cuando hace ya casi un año y medio que la guerra había comenzado, recuerdo que fue algo inesperado que nos dejó estupefactos todos. Esa mañana, sin entender por qué, el ejército Boliviano invadía nuestro país reclamando suyo el Chaco, el Chaco Paraguayo.

Fue un horror para nosotros nuevamente enfrentarnos a esa tragedia con todavía aun el recuerdo vivo de la guerra de la triple alianza, donde casi todos nuestros hombres habían muerto, incluso niños con barbas de maíz, que se aferraban a las botas de los soldados para no ser masacrados en aquella trágica tarde en costa Ñu. Pero, aun así, vaya a saber por qué maldición, allí estábamos nuevamente peleando.

Una guerra extraña, quizás como todas las guerras, donde veíamos la escasa preparación, bueno de nosotros con lo que pudimos, unas armas, las que conseguimos: unos rifles, algunas pistolas y unos cuantos machetes. Mientras que ellos tenían armas totalmente sofisticadas, pero que no las sabían manejar, no tenían ningún tipo de adiestramiento. Tal es así, que era ya la tercera batalla donde varios de sus muertos fueron a causa de sus propios disparos, mientras que otros directamente huían ante nuestros ataques en desesperación de no saber qué hacer. Pero también extraña porque incluso era muy difícil la conexión entre las compañías de nuestros propios ejércitos como lo que ocurrió aquel verano, cuando pasaron 12 días sin poder comunicarnos con el cuartel general o con algún otro batallón y lo peor aún el calor nos estaba carcomiendo rápidamente y sobretodo la sed. Una sed insoportable que, hacia arder la garganta, como si estuviéramos tragando brasas, ya que había pasado un día desde que se nos habían agotado nuestras reservas de agua y si aquella situación no cambiaba rápidamente íbamos a morir, convirtiéndonos en esa gran masa de difuntos sedientos, creo, el arma más letal para todos en este entuerto.

Fue así, en esa circunstancia que, no recuerdo en que momento, pero por algún motivo, me encontraba caminando, por el monte, cuando mi vista se nublo y quizás me desmaye por unos minutos.  Cuando me desperté, o más bien, me despertó una sombra extraña, y recordé lo que sucedió. Estaba caminando atrás de mis compañeros y de repente comencé a escuchar un silbido, que fue pasando de ser molesto a ser adormecedor como si fuera una canción de cuna hasta que me desvanecí.  Cuando volví en sí, volví a escuchar ese silbido de forma intermitente hasta que adelante de mi había una sombra que comenzó a aclararse, no podía identificarla, parecía un niño, un enano o un adulto, tenía los hombros levantados sin cuello y los brazos largos, lo que fuera que era se encontraba frente a mi mirándome fijamente y fumando un cigarrillo hasta que de repente me hablo y me dijo:

 

-          A ti te conozco, si te conozco de algún lado..

-          De repente, escuchar esa voz aguda que me señalaba y me decía que me conocía, me estremeció, ¿Qué sería aquel hombre o criatura?, sentí peligro por mi vida no sé porque, si bien no parecía fuerte, algo congelo mi sangre de miedo. Hasta que la criatura nuevamente hablo

-           Si si, te conozco, te he visto haya por la campiña tú vives cerca de los arroyos, a las afueras de Sapucai, y además de cosechar has sido un excelente productor de miel negra, la mejor que he probado en mi vida, es más hasta más de una vez de tanto que he comido me quede dormido en los barriles, un manjar imposible de olvidar.

 -          Cuando dijo eso me tranquilice por un segundo y respondí, ah si, dirá por mi padre el produce esa miel todos los años y la vende en el mercado …

-          De repente corto mi conversación…

-          Así que tu padre, entonces de ahí te he visto, bueno, así que vendía su miel en el mercado, bueno creo que es justo que pague por los servicios que he tomado, además no vaya a ser que por mi culpa deje de producir tan excelente manjar, ven sígueme

 -          Ehh ¿a donde? Pregunte

 -          Y la criatura me miro con unos ojos penetrantes a los cuales no se me ocurrió más que seguirlo.

 -           Caminamos una media hora, la selva del Chaco realmente era un lugar muy difícil de sobrellevar, a donde me estaría llevando me preguntaba, quizás me mate, no lo sabía, pero que más iba a hacer también moriría de sed o quizás sería el alimento de algún animal salvaje. Hasta que de repente, el camino a lo lejos se traslucía, parecía que la selva se reflejaba en el piso o como si hubiera un gran abismo, no entendía que era lo que ocurría hasta que entendí lo que estaba viendo, era agua ¡Agua! Recuerdo que grité, un oasis en medio de ese inhóspito lugar al cual fui corriendo a saciar mi sed que ya estaba acabando conmigo y mire a esa criatura y le agradecí. Quise tratar de acercarme para abrazarlo, pero algo me dio el presentimiento de que debía mantener distancia, así que busque en mi bolso algo para darle y encontré una botella de caña casi vacía y se la ofrecí, cuestión que la criatura de manera sonriente agarro la botella y se tomó lo que quedaba disfrutando denodadamente la bebida hasta que me miro nuevamente, cuando si bien estaba feliz a su vez me lamentaba de haber perdido a mis compañeros los cuales de no poder encontrar el agua indefectiblemente morirían. A lo cual la, la criatura me dijo quieres a tus compañeros, bueno, está bien, pero este será mi último favor y se puso a silbar, pero esta vez de manera mucho más fuerte y luego silbando se fue metiéndose en el monte hasta que desapareció.

 

-          Pasaron unos minutos en soledad, y de repente empecé a escuchar unas voces que luego me parecieron conocidas, y pensé, son mis compañeros, ahí fue que me puse a gritar agua aquí hay agua y de repente fueron apareciendo… aquí estas pensamos que habíamos muerto y milagro encontraste agua y fueron corriendo a calmar su sed, si es todo un milagro , pero como llegaron aquí, recuerdo  que les pegunté.

 

-          Estábamos caminando y de repente comenzamos a escuchar un silbido, pensamos que era el enemigo y que debíamos seguirlo nos fuimos acercando hasta que el silbido se fue desvaneciendo y comenzamos a escuchar tu voz.

-          Pero tu como encontraste este oasis, la verdad que no se si fue una alucinación o que pero apareció una extraña criatura, no recuerdo bien como era pero sí que le gustaban los cigarros, la caña y la miel negra, ella me condujo hasta el agua y me ayudo a encontrarme con ustedes. Si no fuera por ella estaríamos muertos. Recuerdo que nos reíamos mientras disfrutábamos el oasis y el seguir vivos.

 

Ese día fue una de las cosas más extrañas que viví en mi vida, y que me ayudaron a sobrevivir ya que tuve la suerte de poder volver a casa con vida. La guerra duro tres años, tres largos años incluso la ganamos en el campo de batalla, pero parece que aquella petrolera norteamericana responsable de la guerra, así como aquellos ingleses eran muy poderosos, que perdimos nuestro territorio. Mas allá de eso pude volver con vida y encontrarme con mi familia, y poder volver a verlos, ver a mi padre nuevamente, estaba vivo con mi familia.

-Es así que quizás lo más curioso fue una mañana levantarme y escuchar a mi padre rezongar, maldición que animal tan maligno será de dios, todos los domingos de la primera luna nueva se come casi un tonel de miel negra, maldito animal sinvergüenza, a lo cual recordé lo que ocurrió en la guerra y le dije a mi padre bueno si es algo malo, pero hay cosas peores…

- a lo que mi padre me miro y dijo bueno tienes razón…

Ven yo te ayudo y lo ayude con las cosechas y la venta. Y esa noche como cada noche de luna nueva comencé a dejar en la puerta donde guardábamos la miel o en alguna esquina de afuera de la casa un cigarrillo un poco de miel negra y una caña. La cual cada mañana aparecía vacía la miel y la caña y fumado el cigarrillo, siempre en agradecimiento a esa extraña criatura.

Incluso es el día de hoy que mis hijos cada tanto me preguntan por qué cada, es repito el mismo ritual y yo siempre les cuento la misma historia de cómo sobreviví en la guerra y de aquel encuentro con esa criatura, que entiendo lector que sabe de quién se trata, pero por si las dudas no lo conoce, le daré una pista comienza con Pom… pero no se nombra.

IA

 

 

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