viernes, 27 de septiembre de 2024

La dama de blanco del Castillo de Carlos Croce y Larroque

 



Foto: Lomas Conectado


La dama de blanco del Castillo de Carlos Croce y Larroque

 

Por JaBond

 

En Lomas de Zamora, en el barrio de Banfield a la altura de las calles Larroque y  Carlos Croce, se encuentra una imponente casona antigüa.

Lo llamativo de esta mansión, además de su majestuosa estructura, es que no hay un registro exacto de cuando fue construida pero, según el estilo de su arquitectura, parece que  data de un poco más de mediados del Siglo XIX. Cuando, en una naciente Argentina, se conformaba a su alrededor la primer colonia de escoceses de nuestro país que se extendía desde el Riachuelo hacia las tierras del sur a la vera del Arrollo del Rey, donde hoy se encuentra la Facultad de Lomas de Zamora y lo que se conoce como la reserva natural de Santa Catalina.

Estos lugares, donde todo era campo, los arroyos estaban llenos de peces, pájaros y otros animales salvajes y  donde los últimos malones todavía pululaban con los gauchos con el fin de hacer de algún matambre de una cimarronada o de un estanciero distraído, hicieron que  una familia adinerada decidiera construir esta gran mansión a modo de cabeza de estancia.

Esta casona, o mas bien castillo, fue construida con una estructura muy particular y lujosa de dos pisos. En la planta baja poseía una recepción con un entramado de pequeños vitrales que iluminaban el ingreso para luego dar paso a un amplio living, una gran cocina, baño(con agua caliente, algo inusual para la época) y tres habitaciones. Una escalera de madera tallada daba paso a la planta alta que poseía cinco habitaciones, un baño y finalmente una escalera, esta vez de mármol, que abría camino hacia el mirador. Un mirador amplio con una cúpula icónica de la cual, en aquellos tiempos, se podía ver a varios kilómetros a la distancia desde el arroyo del rey hasta la catedral de Lomas de Zamora. Semejante estructura, estaba justificada a causa de la lejanía y soledad en la que se encontraban los habitantes de dicho hospedaje. Tal es así, que tenía un grado de autosuficiencia por el cual los predios que la rodeaban funcionaron como huertas para proveer de alimentos a los habitantes del castillo. Es mas, incluso ante la desgracia, que era común en ese tiempo, poseía un lugar para hacer que los difuntos puedan hacer la ceremonia fúnebre para luego ir al descanso eterno al cementerio,  aunque se rumorea que debajo de esta mansión, que posee un gran sótano, existe una bóveda en la cual posiblemente pudo ser utilizada para la sepultura de algunos de los miembros de la familia.

Este castillo, ha estado en el barrio por mas de 150 años y ha atravesado diversas historias. Sus primeros moradores cuentan que se trato de Antonio Peviani, miembro de una de las familias de hacendados del país que se instaló en Banfield durante varios años. Luego el castillo fue vendido a Teresa González quien residió hasta la década de 1930. A partir de su retirada de la residencia se iniciaron una serie de diversos usos como por ejemplo que estuvieron alojados los jugadores de Huracán por varios días en espera de jugar su partido con Banfield, y hasta el mismísimo Jorge Newbery fue a visitarlos, otras historias cuentan que fue un orfanato, un hogar de mujeres y fue parte de la Cruz roja con el nombre de “casa cuna”. A fines de 1950, paso a ser alquilado, por sus terrenos aledaños, para hacer ferias, una concesionaria, un restaurant, una parrilla, un café y un local de venta de casas de madera.  Pero lo llamativo es que, desde la década del 30, nunca mas fue usada como lugar de residencia y que cada uno de esos negocios prácticamente fueron quebrando y el castillo permaneció deshabitado lo cual fue generando un deterioro constante y ahí es cuando aparece aquella historia que se suele escuchar en el barrio de Banfield.

Y es que de esa casa, por las noches, algunos dicen que de luna llena, de blanca piel y vestido, que parece difuminarse con la casa, una mujer espectral se asoma por las ventanas y a veces al mirador a observar como esperando algo. Nunca se supo bien de ella, pero mas de una vez algún transeúnte, incluso que venia de algún festejo, llego a verla y quedarse pálido de solo ver su presencia para rápidamente retirarse.

Aunque siempre la pregunta fue de quien se trababa, lo cierto es que nunca se pudo saber quién era pero algunas lenguas del barrio dicen que la respuesta al misterio está en la casa misma en la cual uno puede encontrar en la puerta las iniciales A. P.  de Antonio Peviani, que intempestivamente un día abandono ese hermoso palacio y es ahí cuando algunos dicen que es que sufrió una tragedia por la cual una de sus hijas enfermó y lamentablemente falleció. De ahí, ante tanta tristeza, que decidió partir de aquella casa para nunca mas volver. Pero ,si bien la joven falleció su espíritu ronda en la mansión y cada tanto se asoma para asustar algún transeúnte o quizás para esperar algún amor del cual no pudo tener.

Otros dicen que en realidad ese es falso ya que Peviani no tenía hijas y que en realidad se trata de una mujer mayor que trabajo en el orfanato y tuvo un accidente en el que perdió la vida y es ella la que aún permanece en la casona, otras voces del barrio dicen que en realidad se trata de una jovencita, una huérfana, que por algún motivo trágico falleció y su espíritu todavía permanece en dicho palacio. Algunos más morbosos dicen que el sótano funciono como bóveda familiar y posiblemente estén enterrados algunos de los difuntos y es el alma de la mujer la que sale a asomarse como buscando que alguien la encuentre.

Mas allá de las distintas historias, lo cierto es que la dama de blanco parecería ser como una maldición del castillo que expulsa a sus habitantes, ya que al día de hoy hace ya más de 70 años que nadie la habita como residencia y no se sabe que tendrá, pero quizás algo se percibirá en el barrio, algo en la historia, algo en el aire que los vecinos instintivamente buscan que prevalezca, e incluso sus dueños se negaron a venderla y que el castillo siga en pie en el Barrio de Banfield para que la dama de blanco se siga asomando al mirador y a las ventanas, esperando ese algo que algún día descubriremos.

Mas allá de las historias, lo cierto los que conocemos este relato cada vez que pasamos por el castillo miramos, quizás con miedo a que se nos aparezca, buscando a esa mujer de blanco que mire desde el mirador a lo alto del castillo de Larroque y Carlos Croce.

 

IA

 

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