Por Jabond
Entre fines del siglo XIX y principios del siglo
XX la oligarquía terrateniente Argentina, enriquecida con el modelo
agroexportador por la venta de carnes y cereales, disfrutaba y hacia alarde de
sus riquezas a todo aquel que se pasara por Buenos Aires y por el mundo, en
especial a los hombres de negocios. Tal era su riqueza, que algunos de sus
miembros que odiaban el frío, solían pulular entre Argentina y Europa, en
especial Francia, escapando del invierno en un eterno verano. Ellos solían
recorrer Paris disfrutando todos los gustos de la clase alta Parisina. Caminar
por los campos Eliseos, pasear por el Louvre y jugar en sus laberintos de enredaderas,
ver la naciente Torre Eiffel para luego terminar en el Moulin Rouge o tirando
manteca al techo en el Maxim, a modo de buscar hacer caer al suelo a las pobres
prostitutas del lugar. Todo era pura diversión con los lujos que les podían
proveer en Francia en un frenesí de frivolidad de consumo carnal. Sin embargo,
si bien era la predilección de la mayoría de los jóvenes adinerados, algunos de
ellos solían encontrar diversión o esplendor en otros aspectos de aquella Francia
de la “Belle epoque”, como en la enciclopedia, la razón, los museos, el arte, la
escritura, los palacios o callecitas y boulevares de la ciudad.
Tal era su esplendor que comenzaron a copiar
aquella Paris en Buenos Aires. Para ello se pusieron en campaña y trajeron: arquitectos, ingenieros, albañiles, adoquines
y hasta tejas de Europa con el objetivo de construir una réplica de aquel
paisaje parisino.
Sin embargo, este placer no quedo solo en sus
calles también se trasladó a su curiosidad por los museos. Fue así que, en esos
viajes, fue creciendo el interés por obtener aquellos objetos extraños de
distintas partes del mundo y, por qué no, tener una colección personal, es más
estaba la creencia que muchas de las nuevas fortunas del mundo se debían a la
posesión de estos objetos, algunos de cualidades mágicas que son los que
permitieron acuñarlas.
Es así que en los viajes a Europa comenzaron a
verse, en la puerta de los hoteles donde se alojaban estos millonarios, vendedores
muy extraños dispuestos a conseguirles por un precio acorde: estatuas, cuadros, papiros, collares y
objetos de diversa índole de las mas variadas partes del mundo, ya sea de
Egipto, la India, Japón, China, Persia, Grecia, hasta incluso de algunas
regiones del África. Cosas extrañas y curiosas que han generado una infinidad
de historias como la de Fernando, un acaudalado estanciero que se había enriquecido
después de la presidencia de Mitre, quién tenía mucho interés por estos
objetos.
Todo comenzó una mañana en Paris en un muy
importante hotel de lujo, cuando quiso llamar la atención, de todos aquellos
que se albergaban en el lugar, a modo de mostrar su poderío y su riqueza. Para
ello, se dispuso a comprar todos los objetos que le trajeran, es mas aquellos
que tenían alguna leyenda mística o extraña se fueron convirtiendo en los de su
preferencia, incluso llegó hasta pedir médiums y participar en sesiones de
espiritismo, que estaban de moda, y adquirir elementos esotéricos de diversa
índole. Tal fue la demostración de su riqueza que finalmente luego de una
semana logró su cometido. Llamo la atención de un hombre muy poderoso que por
esos días también se encontraba en Paris y gustaba de aquellos extraños objetos
y sus encantos.
Una tarde, mientras Fernando esperaba la hora para ir al teatro, mientras
se tomaba un brandy en el hotel, uno de los botones, que nunca había visto, se
le acerco y le dijo:
-Disculpe caballero, no quiero molestarle, pero tengo algo para usted.
Fernando se quedó sorprendido y hasta incomodo, quien era este sujeto para
molestarlo. Sin embargo, el botones continuo.
-El señor Jakcson quiere conocerlo. Me dijo que le acercara esta carta y
que él no tolera la impuntualidad.
-Fernando, con disgusto, tomo la carta y observó rápidamente que tenía un
bordado de oro muy llamativo, lo que llevo a abrirla. Adentro había una nota,
también con un bordado de oro, y esta decía
“Te
espero, solo, a las 3:22 de la mañana en las puertas de las Catacumbas frente al
cementerio de Montparnasse. No llegues tarde
Firmado:
Jackson”
Realmente, toda la situación le llamo la atención, pensó realmente será
Jackson, un hombre de EE.UU conocido por ser unas de las riquezas mas
importantes del mundo, algunos dicen que fue a causa del comercio del opio y de
esclavos, pero otros no saben bien el origen. Lo único es que era uno de esos
hombres de la nueva elite mundial que eran de muy difícil acceso y por algún
motivo le había permitido conocerlo.
La verdad no estaba muy convencido de la situación, pero la carta y el
extraño sirviente le daban la sensación que era verdad. Es así que como no tenía
nada que perder así que deicidio asistir al encuentro cumpliendo lo que decía
la carta. De todas formas, luego del
teatro todavía tenía tiempo de cenar antes de que llegase la hora.
Si bien no estaba del todo convencido con la situación, sentía por adentro
que era verdad y la situación lo lleno de una ansiedad, que lo llevo a no poder
disfrutar ni el teatro ni la cena. La cita se había convertido en todo. Pasaron
las horas y se acercaba la hora indicada, en una noche donde una fuerte lluvia
mojaba toda Paris. Con un temblor en todo su cuerpo finalmente decidió llegar
al encuentro con el suficiente tiempo de no fallar en la puntualidad. Así que una
hora antes, su carruaje lo esperaba. Al llegar al sitio, se detuvo unos metros antes y le pidió a la
custodia que lo dejara y lo espere en su carroza, a lo lejos, viendo lo que
sucedía. Luego se bajo de su carroza y fue a la puerta de las catacumbas, en
una noche muy oscura donde la lluvia caía sin parar.
Ya eran las tres y la lluvia no permitía visualizar la calle que estaba muy
poco transitada, pero a las 3:22, exactas, una carroza de seis caballos se abría
entre las gotas de lluvia y se detenía frente a él. Bajaron dos hombres robustos
que miraron alrededor y dijeron
-dígale a su custodia que se retire y que no nos siga, si usted quiere
conocer al Sr. Jackson. Lo traeremos de vuelta aquí en tres horas. Fernando dudo
por un momento, pero al ver semejante carruaje, confió en que se trataba del
Sr. Jackson así que hizo un gesto indicándole a la custodia que se acercara y
les indico que se retiren y que regresen en tres horas.
-La custodia se retiró.
-Luego, ingreso a la carroza, con
los dos hombres y le dieron unas gafas oscuras de seda para que se cubriera los
ojos, unos orejones de un fino algodón para cubrirse los oídos y le indicaron
que no se las quite hasta que ellos le indicaran. Finalmente, el carruaje
inicio su camino hacia la residencia donde se encontraba alojado Jackson.
La travesía era extraña, ya que por momentos la vibración del carruaje se
detuvo como si estuviera flotando y sin saber cuánto tiempo había pasado, el
coche se detuvo. Habíamos llegado a destino.
-Uno de los hombres le dijo ya puede quitarse las gafas y las orejeras. Se
las quito y bajo del carruaje, se encontraba en una inmensa cochera y frente a
la carroza una inmensa puerta de madera brillosa, donde lo esperaba un portero,
y una escalera de un mármol azul resplandeciente. Al bajar un mayordomo le
dijo:
-Bienvenido señor sígame por aquí el Sr. Jackson lo espera. Entro por la
puerta y camino por un largo pasillo hasta llegar a un inmenso salón donde lo
esperaba, sentado en un sillón con un respaldo alto con lo que parecía una
calavera de madera con dos inmensos rubíes en la cabecera, una copa en mano y fumando
un cigarrillo encastrado en una boquilla, el Sr- Jackson.
J-Bienvenido Sr. Fernando me alegra que haya confiado y venido a este
lugar, el encuentro en el cementerio y la seguridad hace que muchos se acobarden,
pero veo que usted es un valiente. Le juro que no se va arrepentir de haber
venido.
F-Un gusto conocerlo-la verdad que había tenido miedo, pero quizás no era
buen momento para demostrarlo- no voy a negar que logro impresionarme, pero
miedo es algo que ha desaparecido de mi vocabulario
J- Ah me gusta su estilo, esos hombres corajudos como nosotros debemos
escaparle al miedo. Pero bueno la verdad que no es eso porque lo he traído
aquí. Seré breve, ya que no tenemos mucho tiempo. He visto que usted es como
nosotros.
F- ¿Nosotros?
J-Si nosotros, aquellos hombres que entendemos que la riqueza se debe
acompañar con otras cosas, sobre todo con las colecciones, con los objetos, con
la magia, cosas que hacen que todo sea un poco más interesante.
F- Ah si claro, la verdad que si, eh recorrido todo París y creo que
conocido a todos los vendedores de objetos y obras de arte creo que me he
vuelto un gran coleccionista. Es mas un día debería venir a mi estancia y
conocer mi museo personal. He conseguido hasta unas estatuas con unas extrañas
piedras que parecen ojos y que lo están mirando. O algunos jarrones de la dinastía Ming de
hace 2000 años.
J-Ah sin duda, quizás algún me acercare, pero no me equivoco en que tiene
un buen gusto por eso lo he traído aquí, quiero que vea mi colección de
cuadros.
F-¿Colección de cuadros?-quedo sorprendido ya que le pareció como algo muy
insignificante para tanto espamento del encuentro-, bueno, dijo Fernando como
dudando, desde luego pero no creo que haya algo que me sorprenda.
J-Insitó, dijo en voz alta Jackson, conozca mi galería de cuadros no se va
a arrepentir, es mas si quiere podemos apostar algo.
F-Apostar, - rió Fernando- no gracias, está bien no seré descortés por su
invitación veré su colección de cuadros.
J- Maravilloso, no esperaba menos de usted. Venga sígame. Jackson se levantó
de su sillón y le dijo-disculpe mi descortesía de no ofrecerle algo para beber,
pero el tiempo nos apremia.
Luego iniciaron una caminata atravesando otro pasillo de un mármol blanco en
las paredes hasta llegar a una puerta grande de madera rojiza.
J-Bueno, hasta aquí lo acompaño, ahora debe entrar usted solo. Mi galería
tiene un tono particular y no quiero, por lo menos en un principio, influir en
su percepción, así que adelante.
Fernando le parecía todo muy extraño, pero entro sin muchas vacilaciones.
La sala de los cuadros.
Dentro de la habitación,
se encontró con una larga galería con ventanales y, en las paredes, muchos cuadros. Los mismos, variaban de tamaño,
que iban desde un simple portarretrato al tamaño de una pared de varios metros
de largo y ancho. En los que pudo llegar a ver dilucido paisajes de bosques, escenas tétricas como sacrificios humanos, guerreros y retratos de
personas con miradas siniestras. Todos muy llamativos y de buena pintura, pero
todavía comparables con algunas colecciones que había visto. Hasta que de
repente mirando una pared, vio un cuadro que le llamo la atención: la imagen
era algo simple, se trataba de un banco de plaza en una tarde otoñal rodeada de
rojos fuegos de los árboles y de las hojas.
Se paró frente a
él y lo comenzó a ver fijamente, los colores, los trazos comenzaron a
hipnotizarlo en una platea de colores que escondían la escena. Hasta que sintió
que esos colores lo hacían dar vueltas y de repente se encontraba frente al
banco y frente al parque de colores de fuego. Alguna fuerza extraña lo había
trasladado al parque del cuadro en una tarde otoñal de un rojo fuerte de las hojas.
Miro a su
alrededor y comenzó a caminar en un bosque con una densa niebla que no permitía
ver más allá de unos 10 pasos. Al poco tiempo, a lo lejos, vio unas siluetas
que parecían ser personas a las que, sigilosamente se fue acercando y vio que estas tenían máscaras y se dirigían a un quiosco de música donde
una pequeña orquesta estaba por comenzar a tocar. Todo era tan real pero
también parecía un sueño, no sabía donde estaba realmente. Las personas se dirigían
y la banda comenzó a tocar. Era una música que asemejaba una tempestad y que atraía
a todo aquel que la escuchara.
Para sorpresa de
Fernando, que estaba tan concentrado con lo que pasaba en el kiosco de música, no
vio un escalón y tropezó. El golpe lo expulsó de la escena y se dio cuenta que
nuevamente estaba en la sala, sentado en el piso como si se hubiese caído al
suelo.
Allí estaba
estupefacto, ya que lo que había vivido era algo impresionante, nunca había
imaginado algo así y se preguntaba que había sido ¿un sueño?¿un portal?¿algún
alucinógeno?¿Realmente había pasado o fue un estado hipnótico?
Todavía estupefacto, en el piso miro para arriba y vio que una mano se le extendía
para ayudarlo a levantarse, era el Sr.Jackson.
J:Tome mi mano, levántese. Vio, le dije que no se iba arrepentir
F: Pero ¿que fue eso?-dijo exaltado- de repente es como si hubiera viajado
a un parque y que eran esas personas con máscaras.
J: Esos son los cuadros de mi galería exclusiva, que muy pocas personas en
el mundo conocen.
F: Son algo extraordinario, la verdad me dan ganas de conseguir uno pagare
lo que sea.-dijo Fernando exultante.
J: Por desgracia para usted, y
extraño para un hombre como yo, no están a la venta. Pero sabe, hoy esta de
suerte seré generoso le regalare uno, elíjalo. -dijo Jackson , como midiendo el
comportamiento de Fernando
Fernando comenzó a ver detenidamente los cuadros y a lo lejos vio que había una
cortina- y pregunto ¿que hay atrás de esa cortina?
J: Lo sabía, sabía-dijo Jakcson de manera exaltada- usted es de esos hombres con la audacia
suficiente de no quedarse con la primera impresión. ¿Sabe haremos un trueque?
Usted tiene que elegir.-dijo Jackson mientras movía extrañamente las manos.
F: ¿Elegir?
J: Si, le daré a elegir el cuadro o saber lo que hay atrás de esa cortina.
Fernando se quedó pensativo por un momento, la verdad que el cuadro era
algo impresionante como para despreciarlo, pero quedarse con la curiosidad de
lo que había en la cortina era una decisión aún más difícil. Sin embargo, pensó
hacia adentro: si estos cuadros tienen estos efectos lo de la cortina debe ser
algo sensacional como para perdérselo. Así que dijo:
F: Quiero saber que hay detrás de la cortina, desisto del cuadro.
Jackson sonriente dijo:
J:Usted es mejor de lo que creía. Me sorprende a cada momento. Adelante
sígame.
Fueron caminando por la sala y Fernando vio que de repente la sala se hacía
como una especie de altar que era tapado por una cortina de la cual ,al costado, caia un listón. Jackson,
tomo la cinta y tiro de ella haciendo que la cortina se retirase. La
escena, inmediatamente, cambio el rostro de Fernando.
En aquella habitación, tras la cortina, en el medio entre candelabros con dos velas rojas
encendidas apoyado en un atril había un libro cuya tapa parecía de piel de un
rostro humano y arriba, en las paredes, había dos cuadros uno de ellos era como
unos reptiles comiéndose unos niños mientras que el otro simplemente eran unos
lobos y en el medio de los cuadros una calavera con dos tibias y abajo el
número 322.
Fernando quedo realmente estupefacto. Jackson lo miro y le dijo:
J:Bueno este es el gran premio, esto es por lo que estoy aquí en estos
días. Estamos de celebración, nuestra sociedad secreta cumple años.
F: Por eso los cuadros.
J: No, no los cuadros son de mi colección. Lo que está aquí, es lo que está
en esta parte de la sala. El libro.
Traído de la Universidad de New Haven, el Necronomicon, el libro de los
muertos. -Dijo Jackson, haciendo una reverencia.
Fernando quedo estupefacto, había escuchado de
aquel libro y de sus conjuros, pero siempre se había pensado que era una fábula,
un cuento de niños para que se portaran bien. Pero estaba frente a sus ojos. El
libro de los muertos, un libro maldito que con solo leerlo, sin el cuidado
correspondiente, podía dejarlo a uno ciego o completamente loco. Pero, quien pudiera controlarlo podría obtener hechizos, invocar demonios y demás
artilugios que lo podrían ayudar a volverse de los hombres más poderosos del
planeta. Ese libro, estaba allí frente a sus ojos.
J: Este es el libro de nuestra sociedad y usted ha sido un privilegiado en
poder datar de su existencia.
Fernando seguía estupefacto, era real lo que estaba pasando. Además, porque
ese libro se lo conocía por su recurrencia a los sacrificios humanos, en
especial de niños y de que su lectura desconocida podía llevar a la ceguera o
la locura.
F: ¿ese es el libro de los sacrificios de niños?
J: Bueno es verdad tienen sacrificios de niños, aunque nosotros solo los
usamos en instancias muy especiales, quienes suelen recurrir mas a ese tipo de
conjuros son los de New York que además por alguna razón que desconozco suele
agradarles usar cabezas de reptiles. Vea el cuadro de arriba allí hay una
representación.
Fernando que no había prestado atención con detenimiento miro detenidamente
ese cuadro y efectivamente era un ritual de sacrificios. De repente Jackson le
dio un empujón y le dijo:
J:Le sugiero, si usted es una persona impresionable y recuerda la escena
del bosque, que no mire con detenimiento ese cuadro. Si usted es impresionable,
no quiero que se ensucie la sala.
Fernando quedó estupefacto.
J:Pero bueno volvamos, sea usted un privilegiado de ser una de las pocas
personas que conoce de esto y de nuestra sociedad. Pero veo que ya es hora de
retirarnos, el tiempo es un tirano como un monarca. –dijo Jackson como
bromeando
Fernando seguía estupefacto pero si bien la imagen le daba terror, todo el
poder y la riqueza de Jackson y seguramente de quienes estaban con él lo hacían
querer ese mismo poder y riqueza. Así que tímidamente pregunto
F:ese libro se puede copiar.
La pregunta hizo estallar en carcajadas a Jakcson
J: Me sorprende gratamente cada vez mas-dijo con una sonrisa- pero no, no
se puede copiar aunque le diré un secreto. Este libro antiguo tiene copias, originalmente
80 pero creemos que seis son las que todavía existen. Tenemos este ejemplar aquí,
otros dos más en EE.UU, uno en el museo Británico y otro en la biblioteca de
Paris. Es decir, que queda un ejemplar, si lo encuentra será suyo. Es más, como
muestra del aprecio que se ha ganado de mí, si usted encuentra ese ejemplar lo
ayudaré a descifrar algunos conjuros. Pero, en fin, nuestro tiempo se acabó.
Fernando quedo estupefacto y solo atinó a decir, pero si eso llegara a
suceder como me contactare con usted.
J: Usted sabe cómo, recuerde lo que paso en esta habitación, solo que esta
vez hágalo en sus dominios. Venga salgamos de la habitación.
Salieron de la habitación, caminaron por el pasillo hasta el hall. Allí
Jackson simplemente continúo caminando por un pasillo hasta desaparecer, muy descortésmente,
y también lo esperaba un mayordomo que lo guio hasta la cochera, donde un
carruaje muy lujoso distinto al anterior lo esperaba. Se subió, se puso las orejeras,
el cobertor en los ojos y la carroza partió.
Luego de pasar un tiempo desconocido, la carroza se detuvo y se escuchó. Sr.
hemos llegado.
Fernando se quitó las orejeras y las anteojeras, bajo del carruaje y estaba
nuevamente en las puertas de las catacumbas. La lluvia había parado, y el carruaje que lo había
traído desapareció en la niebla como si se hubiera esfumado. A los pocos
minutos se escuchó una voz
-¿Sr. Es usted? Era su custodia. Si aquí estoy, respondió Fernando, que rápidamente
subió al carruaje y preguntó ¿pudieron seguir nuestro recorrido?
-Disculpe Sr. Lo intentamos, pero algo paso. una niebla y muchas carrozas
salieron de la nada e hizo que le perdiéramos el rastro. Es mas no pudimos ver
la carroza que lo trajo de vuelta. Todo fue muy raro.
Fernando acepto las disculpas y agarrándose
la barba con la mano se quedó pensando en lo que había pasado, en los cuadros,
en el quiosco de música, en el poder del Sr. Jackson y de sus invitados, pero
en especial la escena de los niños, la pintura del lobo, las calaveras, el recurrente
número 322 y , sobre todo, en aquel libro, el poder que había en él y de cómo conseguir ese ejemplar que según el
Sr. Jackson aún estaba perdido.
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