domingo, 23 de marzo de 2025

La sala de los cuadros

 


Imagen: https://es.wahooart.com/@@/9GEK9L-Francisco-De-Goya-


Por Jabond

 

Entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX la oligarquía terrateniente Argentina, enriquecida con el modelo agroexportador por la venta de carnes y cereales, disfrutaba y hacia alarde de sus riquezas a todo aquel que se pasara por Buenos Aires y por el mundo, en especial a los hombres de negocios. Tal era su riqueza, que algunos de sus miembros que odiaban el frío, solían pulular entre Argentina y Europa, en especial Francia, escapando del invierno en un eterno verano. Ellos solían recorrer Paris disfrutando todos los gustos de la clase alta Parisina. Caminar por los campos Eliseos, pasear por el Louvre y jugar en sus laberintos de enredaderas, ver la naciente Torre Eiffel para luego terminar en el Moulin Rouge o tirando manteca al techo en el Maxim, a modo de buscar hacer caer al suelo a las pobres prostitutas del lugar. Todo era pura diversión con los lujos que les podían proveer en Francia en un frenesí de frivolidad de consumo carnal. Sin embargo, si bien era la predilección de la mayoría de los jóvenes adinerados, algunos de ellos solían encontrar diversión o esplendor en otros aspectos de aquella Francia de la “Belle epoque”, como en la enciclopedia, la razón, los museos, el arte, la escritura, los palacios o callecitas y boulevares de la ciudad.

Tal era su esplendor que comenzaron a copiar aquella Paris en Buenos Aires. Para ello se pusieron en campaña y trajeron:  arquitectos, ingenieros, albañiles, adoquines y hasta tejas de Europa con el objetivo de construir una réplica de aquel paisaje parisino.

Sin embargo, este placer no quedo solo en sus calles también se trasladó a su curiosidad por los museos. Fue así que, en esos viajes, fue creciendo el interés por obtener aquellos objetos extraños de distintas partes del mundo y, por qué no, tener una colección personal, es más estaba la creencia que muchas de las nuevas fortunas del mundo se debían a la posesión de estos objetos, algunos de cualidades mágicas que son los que permitieron acuñarlas.

Es así que en los viajes a Europa comenzaron a verse, en la puerta de los hoteles donde se alojaban estos millonarios, vendedores muy extraños dispuestos a conseguirles por un precio acorde:  estatuas, cuadros, papiros, collares y objetos de diversa índole de las mas variadas partes del mundo, ya sea de Egipto, la India, Japón, China, Persia, Grecia, hasta incluso de algunas regiones del África. Cosas extrañas y curiosas que han generado una infinidad de historias como la de Fernando, un acaudalado estanciero que se había enriquecido después de la presidencia de Mitre, quién tenía mucho interés por estos objetos.

Todo comenzó una mañana en Paris en un muy importante hotel de lujo, cuando quiso llamar la atención, de todos aquellos que se albergaban en el lugar, a modo de mostrar su poderío y su riqueza. Para ello, se dispuso a comprar todos los objetos que le trajeran, es mas aquellos que tenían alguna leyenda mística o extraña se fueron convirtiendo en los de su preferencia, incluso llegó hasta pedir médiums y participar en sesiones de espiritismo, que estaban de moda, y adquirir elementos esotéricos de diversa índole. Tal fue la demostración de su riqueza que finalmente luego de una semana logró su cometido. Llamo la atención de un hombre muy poderoso que por esos días también se encontraba en Paris y gustaba de aquellos extraños objetos y sus encantos.

Una tarde, mientras Fernando esperaba la hora para ir al teatro, mientras se tomaba un brandy en el hotel, uno de los botones, que nunca había visto, se le acerco y le dijo:

-Disculpe caballero, no quiero molestarle, pero tengo algo para usted. Fernando se quedó sorprendido y hasta incomodo, quien era este sujeto para molestarlo. Sin embargo, el botones continuo.

-El señor Jakcson quiere conocerlo. Me dijo que le acercara esta carta y que él no tolera la impuntualidad.

-Fernando, con disgusto, tomo la carta y observó rápidamente que tenía un bordado de oro muy llamativo, lo que llevo a abrirla. Adentro había una nota, también con un bordado de oro, y esta decía

“Te espero, solo, a las 3:22 de la mañana en las puertas de las Catacumbas frente al cementerio de Montparnasse. No llegues tarde

Firmado: Jackson”

Realmente, toda la situación le llamo la atención, pensó realmente será Jackson, un hombre de EE.UU conocido por ser unas de las riquezas mas importantes del mundo, algunos dicen que fue a causa del comercio del opio y de esclavos, pero otros no saben bien el origen. Lo único es que era uno de esos hombres de la nueva elite mundial que eran de muy difícil acceso y por algún motivo le había permitido conocerlo.

La verdad no estaba muy convencido de la situación, pero la carta y el extraño sirviente le daban la sensación que era verdad. Es así que como no tenía nada que perder así que deicidio asistir al encuentro cumpliendo lo que decía la carta.  De todas formas, luego del teatro todavía tenía tiempo de cenar antes de que llegase la hora.  

Si bien no estaba del todo convencido con la situación, sentía por adentro que era verdad y la situación lo lleno de una ansiedad, que lo llevo a no poder disfrutar ni el teatro ni la cena. La cita se había convertido en todo. Pasaron las horas y se acercaba la hora indicada, en una noche donde una fuerte lluvia mojaba toda Paris. Con un temblor en todo su cuerpo finalmente decidió llegar al encuentro con el suficiente tiempo de no fallar en la puntualidad. Así que una hora antes, su carruaje lo esperaba. Al llegar al sitio,  se detuvo unos metros antes y le pidió a la custodia que lo dejara y lo espere en su carroza, a lo lejos, viendo lo que sucedía. Luego se bajo de su carroza y fue a la puerta de las catacumbas, en una noche muy oscura donde la lluvia caía sin parar.

Ya eran las tres y la lluvia no permitía visualizar la calle que estaba muy poco transitada, pero a las 3:22, exactas, una carroza de seis caballos se abría entre las gotas de lluvia y se detenía frente a él. Bajaron dos hombres robustos que miraron alrededor y dijeron

-dígale a su custodia que se retire y que no nos siga, si usted quiere conocer al Sr. Jackson. Lo traeremos de vuelta aquí en tres horas. Fernando dudo por un momento, pero al ver semejante carruaje, confió en que se trataba del Sr. Jackson así que hizo un gesto indicándole a la custodia que se acercara y les indico que se retiren y que regresen en tres horas.

-La custodia se retiró.

 -Luego, ingreso a la carroza, con los dos hombres y le dieron unas gafas oscuras de seda para que se cubriera los ojos, unos orejones de un fino algodón para cubrirse los oídos y le indicaron que no se las quite hasta que ellos le indicaran. Finalmente, el carruaje inicio su camino hacia la residencia donde se encontraba alojado Jackson.

La travesía era extraña, ya que por momentos la vibración del carruaje se detuvo como si estuviera flotando y sin saber cuánto tiempo había pasado, el coche se detuvo. Habíamos llegado a destino.

-Uno de los hombres le dijo ya puede quitarse las gafas y las orejeras. Se las quito y bajo del carruaje, se encontraba en una inmensa cochera y frente a la carroza una inmensa puerta de madera brillosa, donde lo esperaba un portero, y una escalera de un mármol azul resplandeciente. Al bajar un mayordomo le dijo:

-Bienvenido señor sígame por aquí el Sr. Jackson lo espera. Entro por la puerta y camino por un largo pasillo hasta llegar a un inmenso salón donde lo esperaba, sentado en un sillón con un respaldo alto con lo que parecía una calavera de madera con dos inmensos rubíes en la cabecera, una copa en mano y fumando un cigarrillo encastrado en una boquilla, el Sr- Jackson.

J-Bienvenido Sr. Fernando me alegra que haya confiado y venido a este lugar, el encuentro en el cementerio y la seguridad hace que muchos se acobarden, pero veo que usted es un valiente. Le juro que no se va arrepentir de haber venido.

F-Un gusto conocerlo-la verdad que había tenido miedo, pero quizás no era buen momento para demostrarlo- no voy a negar que logro impresionarme, pero miedo es algo que ha desaparecido de mi vocabulario

J- Ah me gusta su estilo, esos hombres corajudos como nosotros debemos escaparle al miedo. Pero bueno la verdad que no es eso porque lo he traído aquí. Seré breve, ya que no tenemos mucho tiempo. He visto que usted es como nosotros.

F- ¿Nosotros?

J-Si nosotros, aquellos hombres que entendemos que la riqueza se debe acompañar con otras cosas, sobre todo con las colecciones, con los objetos, con la magia, cosas que hacen que todo sea un poco más interesante.

F- Ah si claro, la verdad que si, eh recorrido todo París y creo que conocido a todos los vendedores de objetos y obras de arte creo que me he vuelto un gran coleccionista. Es mas un día debería venir a mi estancia y conocer mi museo personal. He conseguido hasta unas estatuas con unas extrañas piedras que parecen ojos y que lo están mirando.  O algunos jarrones de la dinastía Ming de hace 2000 años.

J-Ah sin duda, quizás algún me acercare, pero no me equivoco en que tiene un buen gusto por eso lo he traído aquí, quiero que vea mi colección de cuadros.

F-¿Colección de cuadros?-quedo sorprendido ya que le pareció como algo muy insignificante para tanto espamento del encuentro-, bueno, dijo Fernando como dudando, desde luego pero no creo que haya algo que me sorprenda.

J-Insitó, dijo en voz alta Jackson, conozca mi galería de cuadros no se va a arrepentir, es mas si quiere podemos apostar algo.

F-Apostar, - rió Fernando- no gracias, está bien no seré descortés por su invitación veré su colección de cuadros.

J- Maravilloso, no esperaba menos de usted. Venga sígame. Jackson se levantó de su sillón y le dijo-disculpe mi descortesía de no ofrecerle algo para beber, pero el tiempo nos apremia.

Luego iniciaron una caminata atravesando otro pasillo de un mármol blanco en las paredes hasta llegar a una puerta grande de madera rojiza.

J-Bueno, hasta aquí lo acompaño, ahora debe entrar usted solo. Mi galería tiene un tono particular y no quiero, por lo menos en un principio, influir en su percepción, así que adelante.

Fernando le parecía todo muy extraño, pero entro sin muchas vacilaciones.

La sala de los cuadros.

Dentro de la habitación, se encontró con una larga galería con ventanales y, en las paredes,  muchos cuadros. Los mismos, variaban de tamaño, que iban desde un simple portarretrato al tamaño de una pared de varios metros de largo y ancho. En los que pudo llegar a ver dilucido paisajes de bosques, escenas tétricas como sacrificios humanos, guerreros y retratos de personas con miradas siniestras.  Todos muy llamativos y de buena pintura, pero todavía comparables con algunas colecciones que había visto. Hasta que de repente mirando una pared, vio un cuadro que le llamo la atención: la imagen era algo simple, se trataba de un banco de plaza en una tarde otoñal rodeada de rojos fuegos de los árboles y de las hojas.

Se paró frente a él y lo comenzó a ver fijamente, los colores, los trazos comenzaron a hipnotizarlo en una platea de colores que escondían la escena. Hasta que sintió que esos colores lo hacían dar vueltas y de repente se encontraba frente al banco y frente al parque de colores de fuego. Alguna fuerza extraña lo había trasladado al parque del cuadro en una tarde otoñal de un rojo fuerte de las hojas.

Miro a su alrededor y comenzó a caminar en un bosque con una densa niebla que no permitía ver más allá de unos 10 pasos. Al poco tiempo, a lo lejos, vio unas siluetas que parecían ser personas a las que, sigilosamente se fue acercando  y vio que estas tenían máscaras  y se dirigían a un quiosco de música donde una pequeña orquesta estaba por comenzar a tocar. Todo era tan real pero también parecía un sueño, no sabía donde estaba realmente. Las personas se dirigían y la banda comenzó a tocar. Era una música que asemejaba una tempestad y que atraía  a todo aquel que la escuchara.

Para sorpresa de Fernando, que estaba tan concentrado con lo que pasaba en el kiosco de música, no vio un escalón y tropezó. El golpe lo expulsó de la escena y se dio cuenta que nuevamente estaba en la sala, sentado en el piso como si se hubiese caído al suelo.

Allí estaba estupefacto, ya que lo que había vivido era algo impresionante, nunca había imaginado algo así y se preguntaba que había sido ¿un sueño?¿un portal?¿algún alucinógeno?¿Realmente había pasado o fue un estado hipnótico?

Todavía estupefacto, en el piso miro para arriba y vio que una mano se le extendía para ayudarlo a levantarse, era el Sr.Jackson.

J:Tome mi mano, levántese. Vio, le dije que no se iba arrepentir

F: Pero ¿que fue eso?-dijo exaltado- de repente es como si hubiera viajado a un parque y que eran esas personas con máscaras.

J: Esos son los cuadros de mi galería exclusiva, que muy pocas personas en el mundo conocen.

F: Son algo extraordinario, la verdad me dan ganas de conseguir uno pagare lo que sea.-dijo Fernando exultante.

J:  Por desgracia para usted, y extraño para un hombre como yo, no están a la venta. Pero sabe, hoy esta de suerte seré generoso le regalare uno, elíjalo. -dijo Jackson , como midiendo el comportamiento de Fernando

Fernando comenzó a ver detenidamente los cuadros y a lo lejos vio que había una cortina- y pregunto ¿que hay atrás de esa cortina?

J: Lo sabía, sabía-dijo Jakcson de manera exaltada-   usted es de esos hombres con la audacia suficiente de no quedarse con la primera impresión. ¿Sabe haremos un trueque? Usted tiene que elegir.-dijo Jackson mientras movía extrañamente las manos.

F: ¿Elegir?

J: Si, le daré a elegir el cuadro o saber lo que hay atrás de esa cortina.

Fernando se quedó pensativo por un momento, la verdad que el cuadro era algo impresionante como para despreciarlo, pero quedarse con la curiosidad de lo que había en la cortina era una decisión aún más difícil. Sin embargo, pensó hacia adentro: si estos cuadros tienen estos efectos lo de la cortina debe ser algo sensacional como para perdérselo. Así que dijo:

F: Quiero saber que hay detrás de la cortina, desisto del cuadro.

Jackson sonriente dijo:

J:Usted es mejor de lo que creía. Me sorprende a cada momento. Adelante sígame.

Fueron caminando por la sala y Fernando vio que de repente la sala se hacía como una especie de altar que era tapado por una cortina de la cual ,al costado, caia un listón. Jackson, tomo la cinta y tiro de ella haciendo que la cortina se retirase. La escena, inmediatamente, cambio el rostro de Fernando.

    En aquella habitación, tras la cortina, en el medio entre candelabros con dos velas rojas encendidas apoyado en un atril había un libro cuya tapa parecía de piel de un rostro humano y arriba, en las paredes, había dos cuadros uno de ellos era como unos reptiles comiéndose unos niños mientras que el otro simplemente eran unos lobos y en el medio de los cuadros una calavera con dos tibias y abajo el número 322.

Fernando quedo realmente estupefacto. Jackson lo miro y le dijo:

J:Bueno este es el gran premio, esto es por lo que estoy aquí en estos días. Estamos de celebración, nuestra sociedad secreta cumple años.

F: Por eso los cuadros.

J: No, no los cuadros son de mi colección. Lo que está aquí, es lo que está en esta parte de la sala. El libro.  Traído de la Universidad de New Haven, el Necronomicon, el libro de los muertos. -Dijo Jackson, haciendo una reverencia.

Fernando quedo estupefacto, había escuchado de aquel libro y de sus conjuros, pero siempre se había pensado que era una fábula, un cuento de niños para que se portaran bien. Pero estaba frente a sus ojos. El libro de los muertos, un libro maldito que con solo leerlo, sin el cuidado correspondiente, podía dejarlo a uno ciego o completamente loco. Pero, quien pudiera controlarlo podría obtener hechizos, invocar demonios y demás artilugios que lo podrían ayudar a volverse de los hombres más poderosos del planeta. Ese libro, estaba allí frente a sus ojos.

J: Este es el libro de nuestra sociedad y usted ha sido un privilegiado en poder datar de su existencia.

Fernando seguía estupefacto, era real lo que estaba pasando. Además, porque ese libro se lo conocía por su recurrencia a los sacrificios humanos, en especial de niños y de que su lectura desconocida podía llevar a la ceguera o la locura.

F: ¿ese es el libro de los sacrificios de niños?

J: Bueno es verdad tienen sacrificios de niños, aunque nosotros solo los usamos en instancias muy especiales, quienes suelen recurrir mas a ese tipo de conjuros son los de New York que además por alguna razón que desconozco suele agradarles usar cabezas de reptiles. Vea el cuadro de arriba allí hay una representación.

Fernando que no había prestado atención con detenimiento miro detenidamente ese cuadro y efectivamente era un ritual de sacrificios. De repente Jackson le dio un empujón y le dijo:

J:Le sugiero, si usted es una persona impresionable y recuerda la escena del bosque, que no mire con detenimiento ese cuadro. Si usted es impresionable, no quiero que se ensucie la sala.

Fernando quedó estupefacto.

J:Pero bueno volvamos, sea usted un privilegiado de ser una de las pocas personas que conoce de esto y de nuestra sociedad. Pero veo que ya es hora de retirarnos, el tiempo es un tirano como un monarca. –dijo Jackson como bromeando

Fernando seguía estupefacto pero si bien la imagen le daba terror, todo el poder y la riqueza de Jackson y seguramente de quienes estaban con él lo hacían querer ese mismo poder y riqueza. Así que tímidamente pregunto

F:ese libro se puede copiar.

La pregunta hizo estallar en carcajadas a Jakcson

J: Me sorprende gratamente cada vez mas-dijo con una sonrisa- pero no, no se puede copiar aunque le diré un secreto. Este libro antiguo tiene copias, originalmente 80 pero creemos que seis son las que todavía existen. Tenemos este ejemplar aquí, otros dos más en EE.UU, uno en el museo Británico y otro en la biblioteca de Paris. Es decir, que queda un ejemplar, si lo encuentra será suyo. Es más, como muestra del aprecio que se ha ganado de mí, si usted encuentra ese ejemplar lo ayudaré a descifrar algunos conjuros. Pero, en fin, nuestro tiempo se acabó.

Fernando quedo estupefacto y solo atinó a decir, pero si eso llegara a suceder como me contactare con usted.

J: Usted sabe cómo, recuerde lo que paso en esta habitación, solo que esta vez hágalo en sus dominios. Venga salgamos de la habitación.

Salieron de la habitación, caminaron por el pasillo hasta el hall. Allí Jackson simplemente continúo caminando por un pasillo hasta desaparecer, muy descortésmente, y también lo esperaba un mayordomo que lo guio hasta la cochera, donde un carruaje muy lujoso distinto al anterior lo esperaba. Se subió, se puso las orejeras, el cobertor en los ojos y la carroza partió.

Luego de pasar un tiempo desconocido, la carroza se detuvo y se escuchó. Sr. hemos llegado.

Fernando se quitó las orejeras y las anteojeras, bajo del carruaje y estaba nuevamente en las puertas de las catacumbas.  La lluvia había parado, y el carruaje que lo había traído desapareció en la niebla como si se hubiera esfumado. A los pocos minutos se escuchó una voz

-¿Sr. Es usted? Era su custodia. Si aquí estoy, respondió Fernando, que rápidamente subió al carruaje y preguntó ¿pudieron seguir nuestro recorrido?

-Disculpe Sr. Lo intentamos, pero algo paso. una niebla y muchas carrozas salieron de la nada e hizo que le perdiéramos el rastro. Es mas no pudimos ver la carroza que lo trajo de vuelta. Todo fue muy raro.

Fernando acepto las disculpas y agarrándose la barba con la mano se quedó pensando en lo que había pasado, en los cuadros, en el quiosco de música, en el poder del Sr. Jackson y de sus invitados, pero en especial la escena de los niños, la pintura del lobo, las calaveras, el recurrente número 322 y , sobre todo, en aquel libro, el poder que había en él  y de cómo conseguir ese ejemplar que según el Sr. Jackson aún estaba perdido.






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