Por Jabond
Si bien los registros son escasos, todavía por Lomas de Zamora se
pueden escuchar algunos relatos sobre unos extraños sucesos que ocurrieron haya
por la década del 30.
Todo comenzó
cuando cerca de las granjas, de lo que fue la colonia escocesa, aparecieron
muertas algunas vacas. Lo más extraño fue que los animales estaban
completamente intactos salvo por unos orificios en paralelo que aparecían en
sus cuellos, a modo de mordedura.
Este hecho, no genero
mayor preocupación de los granjeros más que en prestar mayor atención a sus
animales si no fuera que, a los pocos días, a unos kilómetros unos caballos
sufrieron un ataque similar.
La muerte de los
animales provocó un revuelo en el poblado por el cual fue publicitado en los
diarios locales. Si bien, en un primer momento, se lo atribuyo a un malón de
indios que, raramente, había reaparecido y estaba atacando los animales. Esto tuvo
como consecuencia que los granjeros mejoraran la seguridad en la zona.
A su vez por ese
tiempo, el hospital psiquiátrico albergaba a su primer residente masculino el
cual, en su locura, estaba confiado de haber visto al Lobizón. Juraba que un
hombre se había convertido en lobo y que estuvo a punto de atacarlo, justo
cuando el paso del tren lo espanto. Pero
seguía convencido que había visto a un hombre lobo.
Con este hecho,
las autoridades, empezaban a ver con preocupación
lo que estaba pasando y creían de un
posible brote de rabia por la zona de Turdera, donde dijo el hombre haber
tenido el encuentro.
La situación
cada vez se tornaba más crítica, los hechos extraños corrían por la zona y
algunos decían que en realidad se trababa de Walicho, un ser mitológico de los
querandíes que había salido a hacer sus andadas. Ya que, por donde hoy son las calles
las Heras y Tucumán, arando la tierra en
las quintas, habían encontrado huesos y puntas de flecha en lo que claramente era un cementerio de los Querandíes y que lo habían removido.
En castigo este ser andaba buscando venganza.
La noticia llego
al obispado local lo que llevó a hacer una misa en la zona a modo de espantar a
los malos espíritus.
Sin embargo,
todo cambio, cuando una mañana entre las espesas neblinas de la Laguna de Santa
Catalina fue encontrada una mujer muerta con el mismo patrón de orificios. Aunque
el espanto corrió mucho más por la región cuando en pleno velatorio de la nada
se despertó. Los médicos atribuyeron a un ataque de catalepsia, pero la mayoría
de la gente atribuía a que esa mujer había vuelto de la muerte.
Días después,
una noche lluviosa y oscura cerca de las vías nuevamente una mujer fue abordada.
La cual al ser vista por un oficial de policía, mediante unos disparos al aire,
logro asustar a su atacante que desapareció entre la oscuridad. La mujer
curiosamente había tratado de ser mordida en su cuello.
Los hechos
fueron alcanzando un punto crítico cuando: las apariciones de hombres lobo, los
aullidos por las noches, animales muertos y el aumento de la actividad de
murciélagos por la noche iban generando un clima de histeria colectiva.
Fue allí cuando
la policía local logro hacer un mapa de los hechos y noto que si bien ocurrían
en una zona en particular, dentro de la misma se hacía un claro, una subzona
que parecía no ocurrir nada rompiendo el patrón de actividad. Esta zona estaba
entre las calles Castelli y San Martin.
Cuando se
dirigieron al lugar, recordaron que allí mismo hace un año se había terminado
de construir un hermoso Castillo de estilo Europeo inspirado en los palacios
Rumanos. Si bien su dueño no era conocido, se sabía, por la casa de crédito,
que el mismo estaba viviendo en él hace un año.
Luego de juntar
todos los indicios, una patrulla de policías se dirigió al Castillo.
Eso mismo ocurrió
por la mañana. Aunque con sorpresa, cuando se encontraban en el lugar se
enteraron que esa misma noche el dueño del Castillo se había marchado con un
destino incierto. A partir de su partida, todos los hechos extraños que
atormentaron la zona desparecieron.
Con respecto a
la prensa local, lo sucedido fue simplemente atribuido a un ataque de rabia.
Aunque, para muchos que habían migrado desde Europa siempre lo recordaron como
un caso de vampirismo y durante muchos años colgaron ajos en las puertas de sus
casas como precaución.
Con respecto al Castillo
finalmente quedo a cargo del arquitecto que lo construyo y el cual todavía
llama la atención de los transeúntes por su halo de belleza y misterio.
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