martes, 27 de mayo de 2025

Los espíritus de Minas Capillitas

 



Por Jabond

 

-Otro día más en la mina sacando piedras rosas para nuestro patrón. Si bien la revolución nos liberó de los españoles, estos gringos han ocupado su lugar. Pensar que esta piedra rosa era sagrada hace antaño y ahora nos esclavizan para sacarla de la montaña.

-Si bien la paga es poca, no es eso lo que me da rabia. Si no el hecho de que todos los días hay accidentes y mueren trabajadores como yo. Y, el diario, que, es de los dueños de la mina, no hace ni una pequeña línea de mención en recuerdo de los fallecidos. Algunos, ni siquiera reciben entierro ya que se quedan sepultados bajo las rocas.

 -Pero esto se va terminar esta noche. Esta noche realizaré mi venganza, aunque sea para aplacar la bronca. Lo haré en venganza de los caídos, que a veces me hacen pensar que estoy loco. En especial, cuando escucho sus voces en la mina pidiéndome ayuda.

-Solo con estos elementos un poco de dinamita, que guarde, y un poco de ese aceite extraño que han traído de la ciudad, lograré mi cometido.

-Y así fue que, esa noche en Minas Capillitas, mientras todos dormían, un fuerte estruendo y una gran llamarada, que iluminó la noche, despertaron a todo el pueblo. Al apagar el incendio, solo quedaron unos carbones encendidos de lo que era el diario del pueblo.

-Pero más sorpresa se llevaron, cuando al día siguiente fueron a la mina y esta había sido detonada. Todas las galerías habían quedado sepultadas bajo escombros, y a lo lejos una piedra tallada que decía: “Aquí yacen los mineros del Valle y tantos otros trabajadores solo conocidos por Dios”. Ya nadie podría seguir extrayendo el mineral y los trabajadores caídos descansarían, al fin, en paz en el corazón de la montaña.

-Lo más curioso. Es que nadie noto, que también esa noche, mientras todo ocurría, varios caballos escaparon de sus establos.  En uno de ellos, cabalgando a toda prisa, el minero con una sonrisa, burlona y sin rumbo, dejaba atrás el pueblo sabiendo que había logrado cumplir su venganza, había logrado al fin un acto de justicia.

IA

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